martes, 6 de diciembre de 2011

EL PROCESO DE DESESPECIALIZACIÓN

Después de siglos de historia de la humanidad en la que la especialización en las tareas ha supuesto un enorme logro en los resultados, es posible que la desespecialización sea la respuesta que estamos buscando para lograr mayores cotas de eficiencia.

A veces aprendemos cosas que aceptamos sin más, sin plantearnos en ningún momento que pudieran ser de otra forma. Su apariencia de lógica aplastante a menudo oculta un trasfondo de verdades a medias. Pero mientras las mentiras suelen ser fáciles de rebatir, las verdades a medias suponen trampas para el intelecto que nos confunden y nos impiden muchas veces tomar la decisión más acertada. Por esa razón, las verdades a medias se comportan como el peor tipo de mentiras que existen.

En la antigüedad, la especialización era algo que se heredaba de padres a hijos de generación en generación. La información necesaria y las habilidades a desarrollar para ejercer una determinada profesión eran traspasadas de padres a hijos como verdadero oro en paño, debido sin duda a que esos conocimientos permitían ganarse el sustento para toda la familia.

LA EVOLUCIÓN PERSONAL


A lo largo de nuestros primeros años de vida vamos acumulando información que se nos proporciona a través de nuestro entorno, principalmente la familia y la escuela. En la escuela rápidamente se pasa a hacer una división de los conocimientos por materias. En cierto modo es lógico y necesario ya que adquirir información supone sistematizarla y organizarla para poderla impartir y asimilar con cierto orden y eficiencia. Llega un momento en que cada materia es enseñada por un profesor distinto, especialista en dicha materia y, ya desde el principio, mostramos distintos niveles de habilidad ante ellas, en parte debido a nuestra capacidad personal y en parte debido a la habilidad para enseñar del profesor de turno.

En algunos casos, cuando llega el momento, escogemos los estudios universitarios, guiados sobre todo por esas habilidades y preferencias personales mostradas anteriormente. En estos momentos la especialización de nuestras capacidades ya es muy elevada. Al acabar los estudios universitarios aún lo es más.

Pero esto no acaba aquí. Una vez en el mercado laboral, las circunstancias nos llevan de nuevo a especializarnos aún más. Pero no sólo son las circunstancias, una extraña idea de que tratar de estar entre los mejores en nuestro campo supone especializarnos cada día más. Al final, en algunos casos nuestro perfil es tan especial que somos capaces de hacer algo de lo que pocos son capaces y, cuanto menos haya dentro de ese grupo, más orgullosos nos sentimos de nosotros mismos.

En las empresas las cosas se preparan en ese sentido. Los departamentos no son ni más ni menos que divisiones que separan al sistema en elementos más simples y con entidad propia. Por supuesto, cada departamento se nutre de especialistas, algunos consagrados y otros en fase de consagración. Cuando se crea un departamento nuevo o se descubre una vacante en uno existente, las ofertas de empleo a la búsqueda del candidato ideal se dirigen mayoritariamente a encontrar un perfil que ya haya trabajado en departamentos similares. A menudo, cuanto más tiempo de experiencia pueda demostrar en ellos, tanto mejor. Lo normal es que un candidato con un perfil no muy claro en ese sentido, se descarta prácticamente desde el principio, aunque tenga un curriculum valioso.

No sólo sucede en el ámbito de la gestión. En el mundo industrial, la especialización del trabajo con el montaje en cadena demostró ser una forma muy eficiente de producción. Cada operario, especializado en su eslabón de la cadena, compite con los de su misma especialización para obtener las tasas de productividad más alta y los rendimientos más elevados.

En definitiva, la sensación es que la especialización es la respuesta a la productividad, por un lado, y a la autoestima por otro. Sin embargo podemos estar perfectamente equivocados en ambos aspectos.

INEFICIENCIAS MANIFIESTAS

¿Qué problemas surgen en una situación así? Todos lo hemos vivido. Los especialistas no siempre se entienden bien entre sí. Cada especialidad trata de hacer las cosas mejor dentro de su propio mundo ignorando las consecuencias en el sistema. Nos decimos a nosotros mismos: ‘Si mejoramos nosotros, el total mejora’ cuando no siempre sucede así. Pondré una analogía. Es como si la evolución dotara a los carnívoros de ojos enormes y con una cabeza suficientemente grande para contenerlos, para así poder localizar mejor a sus presas, pero se olvidara de que el resto del cuerpo fuera proporcionado. El resultado sería un carnívoro con una vista muy aguda y capaz de ver a sus presas desde muy lejos, pero con una cabeza demasiado grande para correr rápido y alcanzarlas.

¿Dónde encontramos las ineficiencias en las organizaciones? En los intercambios entre departamentos. Habitualmente los departamentos se organizan bastante bien. El jefe del departamento puede mantener un cierto control sobre sus subordinados y la realización de las tareas encomendadas. Pero es en el intercambio con otros departamentos donde se pierde valor. Lo que interesa en un departamento no tiene porqué ser exactamente lo que interesa al departamento que está a continuación en el proceso. Estoy convencido de que pasar temporadas trabajando en otros departamentos ayuda a comprender mejor el trabajo de los demás y en su conjunto, y a valorarlo como parte de un sistema.

En el entorno industrial, los óptimos locales se demuestra que producen ineficiencias al conjunto, obviando que no siempre conseguir los mejores rendimientos posibles en un punto de la cadena facilita el trabajo de los demás. Como es lógico, la fuerza de la cadena depende de la fuerza del eslabón más débil y la potenciación de los eslabones más fuertes sólo provoca mayores problemas al más débil y, por tanto, a la cadena completa.

INTERNET Y LOS NUEVOS PROFESIONALES


En los últimos años las cosas han cambiado notablemente.

En primer lugar debemos darnos cuenta de algo básico. Si bien la información hay que compartimentarla y sistematizarla para poderla asimilar, mantener esa subdivisión en el interior de nuestras mentes es un grandísimo error. El conocimiento es conocimiento y cuanto más interrelacionemos lo que conocemos, más útil será. Al fin y al cabo, aprendemos y solucionamos los problemas gracias a nuestra capacidad de relacionar.

En segundo lugar la información se ha hecho mucho más accesible a través de los nuevos medios basados en la informática y en la red de redes. Muchas tareas, en los que no se requieren muchos años de práctica continua, pueden ser aprendidas a través de Internet mediante todo tipo de prolijas explicaciones y videos demostrativos. La información está ahí, al alcance de cualquiera que desee tomarla. Y si hay dudas, hay miles de foros en donde se pueden plantear y que, con alta probabilidad, alguien antes se las planteó y fueron resueltas por otras personas.

Lo que supone todo eso es que, una persona con una formación básica suficiente, puede tener acceso y desarrollar por sí mismo habilidades que en otro tiempo habrían sido coto privado de otras especialidades. Teniendo en cuenta la regla de Pareto empleando tan sólo el 20% del tiempo que empleó un auténtico especialista, somos capaces de hacer el 80% de lo que ellos son capaces. Y si a ese resultado le aplicamos de nuevo la regla del 80/20, obtenemos que con tan solo un 4% de esfuerzo conseguimos… ¡nada más y nada menos que un 64% de resultados! Por supuesto, eso no se limita a una sola especialidad. Cuanto más aprendemos de otras especialidades mejor formación tenemos y más facilidad para aprender las siguientes.

¿Qué supone eso? Un nuevo perfil en el mundo profesional. Un profesional multidisciplinar y polifacético que no hay que confundir con lo que antes se llamaba un profesional generalista. En este segundo caso hablamos de alguien que no ha optado por especializarse, mientras que en el primero hablamos de alguien que se ha especializado varias veces a lo largo de su vida profesional.

¿Qué valor tiene? Capacidad para entenderse con distintas especialidades, coordinación de equipos, resolución de problemas complejos multidisciplinares, mejor gestión del conocimiento,... Un profesional polifacético así es alguien a quien le gustan los retos, los problemas complejos, que es muy adaptable a nuevas circunstancias laborales, que muy probablemente trabaja bien en equipo porque le gusta aprender de los demás,… En definitiva un valor añadido para la empresa. Utilizando una analogía, es como el hormigón, donde por un lado está la grava representaría las distintas especialidades de una organización, con un intercambio de información casi inexistente entre ellas, y por otro el mortero, que sería representado por el nuevo tipo de profesional, capaz de intercambiar información con distintas especialidades y haciendo del conjunto mucho más compacto y resistente.

OTRAS ÁREAS DE DESESPECIALIZACIÓN

No sólo en el entorno de la gestión una desespecialización mejora la flexibilidad y la eficiencia general de la empresa. También lo hace en un entorno productivo como podría ser una obra.

¿Cómo? Imaginemos que tenemos un equipo de trabajadores capaces de hacer de albañiles, carpinteros, pintores, soldadores o lo que haga falta. Este equipo, al que podemos llamar Equipo Polifacético de Refuerzo (EPR) serviría al jefe de obra para adaptarse a las circunstancias y las necesidades. Una rápida observación de la planificación actualizada le dirá al jefe de obra cuales son las actividades en curso pertenecientes a la ruta crítica. Bastará con asignar al EPR el refuerzo de esas actividades para conseguir una mejora en la fecha prevista de finalización de todo el proyecto. Además, por si fuera poco, es probable que con los años y la experiencia, muchos de ellos acaben siendo futuros encargados de obra, otro valor añadido en recursos humanos para el futuro de la empresa.

Creo que todos estaremos de acuerdo con que la situación ideal de una obra es que todo el personal fuera capaz de hacer de todo ¿no es así? Esa, probablemente, desde el punto de vista de gestión de recursos humanos, sería la obra perfecta.


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